Reflexiones durante la Pandemia
Me
dirigía hoy a hacer la compra y mientras pasaba por al lado de
algunos jardines, me iba percatando de algo que me había pasado
inadvertido. Debido al parón generalizado, el césped se había
dejado crecer las melenas de hierba y en sus descuidadas pelambreras
habían florecido un montón de margaritas y dientes de león.
Curiosamente
estos jardines libres de la esclavitud de ese hábito de la estética
humana, dejados a su libre albedrío producían flores, condenadas de
antemano a no ver la luz y me preguntaba, qué será de nosotros los
humanos, liberados de esas inercias que también nos someten a vidas
sistematizadas por largas jornadas de trabajo.
Este
tiempo de calma, de recogimiento, puede tener en sus entrañas el
potencial de llevar a cabo iniciativas creativas, de cambio personal,
que en circunstancias normales no se dan y que pueden embellecer
también la experiencia de nuestro jardín interior.
Desde
una perspectiva colectiva, dentro de poco nos darán la consigna de
"volver a la normalidad" y mucho me temo que si no somos
agentes activos, la inercia del sistema, con su "corta césped",
vuelva a dejar la "hierba social" toda muy igualada, con
una apariencia de monotonía y ausencia de flores.
Hoy
en día se habla mucho de vivir las crisis, como oportunidades de
cambio para transformar nuestra relación con nosotros mismos y con
el entorno de manera positiva. No cabe duda que nos encontramos ante
una trance colectivo de gran impacto, en la que algunos incluso se
han aventurado a decir, que estamos ante el alumbramiento de un
nuevo cambio de paradigma, que puede llegar a alterar de forma
radical nuestro comportamiento social.
Es
muy difícil hacer proyecciones desde una perspectiva social en esta
coyuntura y al margen de estas, es tiempo para que no nos convirtamos
en espectadores a la espera de que los cambios sucedan de manera
espontánea. Es tiempo para que cada persona intente ser protagonista
de esas transformaciones que necesita este planeta, para
facilitar la existencia en armonía de la familia humana, en este
potencial paraíso llamado tierra.
Para
finalizar este escrito recurro a esta inspirada frase de Gandhi:
...eta beste lagunekin batera, saiatu aldaketa soziala egiten ere bai.
ResponderEliminarEskerrak Aitor.
Hermosa observación y metáfora, el "corta césped". Un abrazo esperanzado, Blas.
ResponderEliminarAupa Aitor! Interesante reflexión muy propia de la primavera. Eskarrik asko!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEnriquecedor tu escrito, nos descoloca como controladores de nuestras vidas que al dejarla que actúe de forma natural nos salgan margaritas en muestras mentes,solo nos sentimos seguros cuando nuestro césped mental está bien cortado y abonado.
ResponderEliminarGracias Aitor hay que dejar soltar.
Conmovedora la frase de Gandhi a la qué haces referencia, que nos hace reflexionar sobre lo que no estamos haciendo, pero podríamos plantearnos hacer.
ResponderEliminarGracias Aitor.
Me ha gustado tu leer tu reflexión.
ResponderEliminarGracias Aitor.
Gracias Aitor. Me quedo con la frase final...en cada uno está el cambio.... Gran reflexión Gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias Aitor por esta reflexión. Dejar que florezca nuestro jardin interior es también vernos las melenas interiores que igual que en tu metáfora nos parecen tan feas.
ResponderEliminarMejor no nos complicamos y vamos todos parecidos aunque más monótonos y con el sentimiento de que nos falta algo, nos faltan las flores que nos dan alegria y nos hacen sentir únicos y tambien pertenecientes a esta familia humana a la que pertenecemos y en la que estamos todos unidos nos parezcan guapos o feos sus componentes 😉
Decía Voltaire en "Candide" que había que cultivar el jardín propio... Qué gran oportunidad, sí! Eskerrik asko, Aitor!
ResponderEliminarQue no nos pille el corta-césped.
ResponderEliminarDefinitivamente deseo que salgan las margaritas, quiero dejar crecer los dientes de león para disfrutar su belleza. No quiero que me poden, trato de cultivarme para volver a florecer.
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