Mirada renovada

miércoles, 20 de agosto de 2014

Duelo




Formo parte de un servicio de ayuda que se ha creado en Karma  Samten Ling para personas que se enfrentan a experiencias relacionadas con la muerte. La experiencia nos indica que la práctica de la meditación nos ayuda a manejar y transformar estas situaciones tan dolorosas de la experiencia humana de manera positiva.


Este programa de ayuda se creó en Enero de 2014, parte de este servicio tiene que ver con el duelo por la muerte de un ser querido y voy a intentar transmitir lo que supone para mí esta experiencia.

Durante el primer semestre de este año han recibido ayuda 12 personas, curiosamente todas ellas son mujeres, hecho que confirma la poca presencia de hombres en terrenos relacionados con la vulnerabilidad emocional.

La pérdida de un ser querido nos va a provocar  dolor durante un lapso de tiempo,  llamamos  duelo a este período de aflicción. Su resolución dependerá de que, de manera activa nos hagamos cargo de cada una de las formas en las que el dolor se expresa y podamos aceptar la realidad de la pérdida, diciendo adiós a lo que nunca más podrá ser vivido.

Vivimos en una sociedad que niega los cambios que no le gustan, siendo esta actitud la causa de encontrarnos sin recursos ante una experiencia tan universal e importante, como es la propia muerte o la de un ser querido.

Un objetivo fundamental de la práctica meditativa es el reconocer que “las cosas son como son”, algo que resulta difícil cuando se trata de dolor emocional, pues debido a la negación, análisis mental, resistencia a lo desagradable… la percepción de la experiencia dolorosa no es bienvenida y se vive de manera distorsionada.

Por lo que parte importante del apoyo a esas personas que se enfrentan al dolor por la pérdida de un ser querido es ayudarles a desarrollar una actitud meditativa, que empieza a observar y tomar conciencia de las dinámicas reactivas del dolor que suceden en su interior.

Sucede que desde la perspectiva de aceptar la realidad como es, la persona doliente empieza a darse cuenta de cómo está en conflicto con esa parte suya que duele y que lo que realmente necesitan esas diferentes facetas del dolor son ser acogidas de manera compasiva.

Es en ese rendirse a la realidad como es, que implica la vivencia plena del dolor, cuando éste empieza a transformarse. Pero existe otro gran obstáculo que dificulta enormemente este proceso y tiene que ver con la aceptación de que la persona fallecida se ha ido para siempre.

Hace unos días preguntaba a una persona que lleva 4 años viuda y que sigue sumida desde entonces en una intensa aflicción: ¿Cómo sería tu vida sin ese dolor? Me contestaba: “Me sentiría muy sola”. Le resultó clarificador darse cuenta de cómo mantenía vivo el vínculo con su ser querido a través del dolor para intentar evitar su soledad.

Parte importante del desarrollo personal en nuestra vida tiene que ver con asumir nuestra propia soledad como una expresión sana de estar con uno/a mismo/a. En caso contrario es fácil que nos encontremos en relaciones disfuncionales sin entender qué nos lleva a elegir mal, sintiéndonos dependientes o incluso, después de varios fracasos, refugiados en una soledad defensiva, que renuncia a tener relaciones íntimas, ya que son el inevitable camino que nos conduce a un intenso sufrimiento.

La meditación nos ayuda a habitar nuestro interior, a encontrarnos con esas partes dolorosas que llevamos dentro. Así  desde una posición compasiva y un silencio mental que evita que el dolor emocional sea amplificado, podamos ir transformándolo.

Algo que prácticamente todas estas mujeres han comentado es la favorable energía acogedora del Centro Karma Samten Ling, hablan de que sienten paz y amor, ingredientes que propician una mayor apertura al dolor y su consiguiente transformación. Encontrándose a veces tremendamente sorprendidas de cómo han venido y cómo se van. Frecuentemente se marchan con un mayor tono vital, habiéndose aligerado de las densidades del dolor emocional y con un mayor discernimiento con respecto a las dinámicas internas que crean aflicción.

En lo que respecta a mí, es un privilegio esta oportunidad de ayudar a estas personas que se encuentran sumidas en procesos de duelo, apoyándoles para que puedan aceptar la realidad de sus pérdidas y poder así transformar su desdicha.

Pero, lo que más satisfacción me produce es cuando algunas de éstas resuenan positivamente con la meditación del Centro; aprecian, valoran y se comprometen a nivel personal con la práctica.  En última instancia su dolorosa pérdida no ha sido más que una gran oportunidad que les ha conducido a un camino de  profunda  transformación.

Qué maravilla, poder dar sentido a la existencia teniendo un norte, que nos permita encauzar nuestra energía vital hacia el pleno desarrollo de ese gran potencial que albergamos en nuestro interior.