Muchos de nosotros
nos podemos encontrar acercándonos a la práctica espiritual con los mismos
esquemas mentales con los que hemos abordado los retos de nuestra vida.
La terminología espiritual puede resultar al principio paradógica, pues nos orienta con frases y términos como:
“no hacer nada” “abandonarse, rendirse” “no querer nada”… que pueden parecer contradictorios con
nuestro “eficaz proceder” en nuestra vida.
En este nuevo
territorio el cambio que necesitamos
precisa de una mirada renovada que nos ayude a resituarnos, ya que nos podemos encontrar con que nos enfrentamos a
los nuevos objetivos, con una batería de medios, que tienen que ver con el
esfuerzo y aunque la propia práctica contiene la enseñanza de que es el ego el
que tiene que disolverse para poder vivenciar a nuestra Realidad Profunda,
nuestras viejas inercias egóicas pueden pervivir disfrazándose de espirituales.
El siguiente Canto Poético (Dohas Vajra), característico del movimiento tántrico del
Budismo Vajrayana, es una bellísima expresión de cómo podemos desarrollar la
práctica espiritual en el viaje de descubrimiento y actualización de nuestra
Esencia Profunda.
Como
un Arco Iris
La dicha no se encuentra
con esfuerzo y voluntad,
sino que con tranquilidad
y abandono.
No te inquietes no hay
nada que hacer.
Lo que emerge en el
Espíritu no tiene ninguna importancia,
ya que no tiene ninguna realidad.
No te apegues a ello. No
te juzgues.
Deja que el juego se
juegue sólo: elevarse y recaer.
Sin cambiar nada, todo se
desvanece
y comienza de nuevo sin cesar.
La búsqueda de la dicha es
lo que nos impide verlo.
Es como un arco iris que
se persigue y que nunca se atrapa:
porque no existe, porque
siempre ha estado ahí
y te acompaña en cada instante.
No creas en la realidad de
las experiencias, buenas o malas;
son como el arco iris.
Y uno se agota en vano
queriendo asir lo inasible.
Pero cuando sueltes la
presa,
ahí está el espacio:
abierto, hospitalario, confortable.
Por tanto disfrútalo…
Desde ya, todo es tuyo.
No busques más…
No quieras buscar en la
jungla inextricable
el elefante que ya está
tranquilamente en casa.
No hacer nada.
No forzar nada.
No querer nada.
Y todo se hace solo.