Mirada renovada

lunes, 12 de enero de 2015

Muerte(proceso) y Meditación



Recientemente, Mariaje ha dejado el cuerpo, alguien que formaba parte de ese nutrido grupo de personas que conformamos esa familia no biológica que es el Centro de Meditación Budista.
         
 Quienes hemos tenido la oportunidad de compartir con ella durante los seis años que ha durado su proceso de enfermedad, hemos sido testigos de, con qué entereza ha sabido navegar a través de la adversidad.

Curiosamente en la medida que su cuerpo se marchitaba, su espíritu florecía, algo bellamente expresado por una amiga:

“ Y es que si el propósito de la vida es crecer y dar fruto, Mariaje fue un gran ejemplo de vida con sentido, ya que, conforme avanzaba la enfermedad, yo veía como se iba despojando de lo superfluo, creciendo y ... quedándose en el núcleo, lo esencial , que era el amor.
Por eso, cada vez que iba a verla, salía llena de paz.
Es un lección que no quiero olvidar.  Ahora tengo menos miedo,  he aprendido mucho de este tránsito y deseo que esta inspiración  se quede conmigo para siempre.”

Recuerdo como me contaba al final de sus días, cómo se sentía   sorprendida,  pues percibía por un lado como su energía vital se iba marchitando, cada vez sentía menos fuerza física y paradójicamente sentía su Energía Sutil, esa que se percibe en el interior del cuerpo durante la práctica de la meditación, con más intensidad.

En el tramo final aparecieron dificultades respiratorias, situaciones  generadoras de zozobra a las cuales respondía intensificando su práctica meditativa. La conciencia en la respiración o la percepción de la Energía Sutil le sumergían en un estado de calma.

Comentaba que se sentía como la ola que está a punto de acabar su ciclo, pero que a la vez tenía conciencia de ser parte del océano y que cuando conectaba con el fondo de éste, sentía una gran quietud y un gran Amor. Algo que percibíamos quienes tuvimos la dicha de disfrutar de su presencia.

Morimos como vivimos.  A diferencia de lo que suele suceder en estas situaciones, el final de Mariaje fue el resultado de una vida en plenitud a pesar de las limitaciones físicas. Su hogar era un marco de vivo intercambio de afecto con las/os amigas/os que acudíamos a compartir lo poco que quedaba, la comunicación era clara y cargada de humor, fruto de la aceptación de lo inevitable. El final sucedió en calma, traspirando amor en los brazos de su familia.

Para quienes compartimos el silencio de la meditación, esta experiencia nos aporta, un buen  testimonio del importante recurso que supone esta práctica, no sólo para manejar estados emocionales   agitados, sino que también para conectar con nuestra Esencia, ese océano que es nuestra dimensión Real, que siempre está con nosotros aunque no lo reconozcamos y que es lo que queda cuando la ola de la vida se consuma, en la muerte del cuerpo físico.