Mirada renovada

viernes, 23 de agosto de 2013

Resonancia Límbica


No hace mucho escribía sobre la Presencia Amorosa, con el objetivo de expresar cuáles debían ser las cualidades  de la persona que proporciona la ayuda, para crear las mejores condiciones que faciliten la transformación de quien la recibe.


Acabo de leer un libro “A General Theory of Love[1], que confirma lo expresado en ese escrito desde otra perspectiva, la de la neurociencia. Sin ninguna pretensión quiero compartir de manera sencilla parte de la información que me ha llegado.

                                                                                                  
El cerebro humano está formado de tres partes claramente diferenciadas, cada una producto de un proceso evolutivo que se ha dado a través de la historia de la vida animal en la tierra. Consta de tres formaciones independientes, reptiliano, límbico y neocórtex, que a su vez están conectados a nivel neuronal y bioquímico. Cada una posee su propia inteligencia, memoria, sentido propio del espacio y tiempo, controlando distintas funciones de nuestro cuerpo.




La parte más antigua se le llama cerebro reptiliano y es similar al cerebro de un reptil, se ubica en  la parte más interna de este órgano, que esta conectado a la médula espinal. En esta parte  podemos encontrar centros de control de las funciones fisiológicas involuntarias del cuerpo humano: respiración, pulso cardíaco, sueño, hambre, sed, temperatura… No piensa, ni siente emociones. Esta parte también se relaciona con la supervivencia.




El Cerebro límbico es el lugar de las emociones  y el almacén de los recuerdos. Se halla situado en la parte interior del cerebro. Con la aparición de éste durante el proceso evolutivo de las especies, los recursos neuronales destinados a coordinar la fisiología y el entorno se expandieron significativamente, dando paso a los mamíferos, creando nuevos organismos con una nueva clase de respuestas neuronales que permitían la expresión y recepción del amor. Los primeros mamíferos evolucionaron de los reptiles  con una característica fundamental que le diferenciaba de estos, su forma de reproducción dejaba de ser por medio de huevos y consistía en albergar a las nuevas criaturas en el interior de su cuerpo durante el período de gestación.



El Neocortex es a nivel evolutivo la última parte del cerebro, en los humanos tiene un gran tamaño y es la parte más externa  de la masa cerebral. A pesar de los secretos que todavía alberga, la ciencia ha hecho grandes progresos clarificando  funciones que realiza: nos proporciona conciencia, nos ayuda a autorregularnos emocionalmente, razonar, abstraer, planear, hablar, memorizar...


Los seres humanos tenemos la mayor proporción de neocortex de todas las criaturas del planeta. Pero a pesar del fascinante desarrollo tecnológico que ha posibilitado esta parte del cerebro, nos encontramos con un gran desconocimiento del funcionamiento de nuestro mundo emocional y como consecuencia  padecemos mucho sufrimiento innecesario.


Nuestra cultura promueve el análisis sobre la intuición, la lógica por encima de la emoción, infravalora la importancia de las emociones. Mucha  gente confía en la mente para resolver sus problemas, pero se encuentran desconcertados cuando se sienten impotentes para crear cambio emocional. Para el neocórtex rico en abstracciones, el razonamiento mental marca la diferencia, pero éste de nada sirve cuando nos enfrentamos a problemas emocionales.  

Curioso el comentario que hace sobre la mente pensante el científico más famoso del siglo pasado, Albert Einstein.

   “Tenemos que cuidar no hacer del intelecto nuestro Dios, tiene por supuesto poderosos músculos, pero ninguna personalidad. No puede guiar, sólo servir.” 

Un gran indicador de nuestra inefectividad para manejar el mundo emocional es la ingente cantidad de personas atrapadas en comportamientos compulsivos adictivos, abuso de sustancias como los fármacos, alcohol, drogas, comida… o actividades como el trabajo, juego, sexo… Todas ellas encaminadas a anestesiar esos estados emocionales que nos causan dolor (miedo, ansiedad, depresión, angustia…) ante las cuales nos sentimos impotentes. 


Es importante destacar que a pesar de esta situación generalizada, existe un movimiento que tiene una visión más integrada del ser humano y que reconoce la importancia de nuestra dimensión emocional. Hoy en día se habla de la “Inteligencia Emocional”, existen iniciativas que prestan atención a esta dimensión y facilitan su sano desarrollo, algunas de ellas empiezan a introducirse en la enseñanza. Es inaudito que durante todos los años de formación que recibimos durante la niñez y la adolescencia  no exista un espacio dedicado al conocimiento y desarrollo del manejo emocional, algo tan importante en nuestras vidas. 


Después del nacimiento el cuidado de las recién nacidas criaturas por parte de sus progenitores es algo que nos parece normal a los humanos, pero que con la aparición de los mamíferos fue una revolución a nivel evolutivo.  No sólo cambió la fisiología de la reproducción sino que también la forma de relacionarse con la descendencia. El desapego y desinterés rasgos  típicos de las relaciones parentales de los reptiles, dio paso a sutiles formas de interacción de los mamíferos con sus criaturas.


Hoy en día sabemos de la importancia del vínculo afectivo en la primera etapa de la vida para el desarrollo psicológico del bebé, el/la niño/a no tiene desarrollada la capacidad para autorregularse emocionalmente y depende totalmente de su madre para hacerlo. La estructura psicológica de la madre unida a los cuidados que va a proveer al nuevo ser que viene a este mundo, van a condicionar de manera significativa sus rasgos de personalidad y su estabilidad emocional.


Los reptiles permanecen de piedra ante los estados emocionales de otras criaturas, ya que carecen de la dimensión límbica. Un niño nace  con un potencial para percibir esta realidad y necesita de experiencias para un desarrollo neurosensorial. Los padres en su interacción con el recién nacido le ayudan a desarrollar unas conexiones neuronales que van a ir configurando su estructura cerebral. 


Los sistemas límbicos necesitan de las adecuadas experiencias para conseguir un buen desarrollo. Si una figura parental puede sentir a su criatura, sintonizando con sus estados internos de cómo se siente y que necesita, ésta irá desarrollando habilidades para funcionar de una manera más propicia en el mundo emocional. Pero cuando esto no ocurre, el niño no consigue el grado de autorregulación  necesario para una sana vida emocional.

¿Entonces, cómo puede el niño que ha vivido experiencias de abandono, abuso… aspirar a una sana vida? La Psicoterapia pretende dar respuesta a quienes se encuentran atrapados en ese dilema. En la relación terapéutica, dos adultos se juntan para ayudar a uno de ellos a escapar de las restricciones que se configuraron en una dolorosa infancia, para transformar los barrotes y los muros de la prisión de su mundo interior, en un hogar donde el amor y la libertad puedan florecer. 


Somos seres predecibles, la estabilidad de una estructura psicológica  que conocemos como identidad sucede porque existen ciertos hábitos aprendidos, muy arraigados, los cuales se expresan a través de repetidos senderos neuronales. Hoy en día desde la Neurociencia se habla de la plasticidad del cerebro, este órgano y sus circuitos nerviosos son mucho más maleables de lo que se suponía, siendo ésta  posible porque se pueden crear nuevas conexiones neuronales, que ayudan a la mente a adaptarse a nuevas situaciones, a  aprender y transformarse.


El cerebro límbico está especializado en detectar y analizar el estado interno y los motivos de sus iguales. Un mamífero puede percibir el estado emocional de otro y ajustarse a esa realidad, algo que será percibido por la otra parte. Con la aparición de este nuevo cerebro los mamíferos desarrollaron la capacidad de sintonizar emocionalmente con otros. Resonancia Límbica, es esa armonía sin palabras que percibimos en la interacción entre una madre y un bebe, una pareja acariciándose e incluso entre un perro y su dueño.


Ya en la década de los 80, el equipo científico liderado por el italiano Giacomo Rizzolatti empezó a sentar las bases para una comprensión del funcionamiento neurológico de la compasión. Descubrieron un tipo de células del cerebro que llamaron neuronas espejo, a través de las cuales sentimos realmente las emociones y las intenciones de otras personas. Hoy en día la ciencia localiza la empatía que tenemos los humanos en una parte del cerebro que por medio de unos circuitos neuronales nos posibilita conectar íntimamente con otras personas.


Pero esta sintonización emocional no es algo que sucede automáticamente. Así como en nuestra interacción con los demás podemos dejar alto el pabellón humano, de la misma manera tenemos el potencial de llevar a cabo atrocidades sin límite. No tenemos más que mirar a la historia de la humanidad y ver la inmensa cantidad de sufrimiento que ha sido infligido de unos seres “humanos” a otros.


A través de la historia de la Psicoterapia podemos ver el creciente significado que ha ido cobrando la implicación emocional del Psicoterapeuta. Sigmun Freud el visionario que descubrió el inconsciente humano y que creó la primera Psicoterapia el Psicoanálisis, daba a sus alumnos las siguientes instrucciones:

“El Doctor debería ser opaco al paciente y no mostrar nada más de lo que se le muestra. Un exitoso terapeuta deja a un lado todos sus afectos e incluso su compasión humana y plantea un simple objetivo a sus fuerzas mentales, llevar a cabo la intervención tan correctamente y efectivamente como sea posible.”

Nos encontramos aproximadamente un siglo más tarde y mucho ha cambiado en el mundo de la Psicoterapia con respecto a desde donde acomete el terapeuta la relación con la persona que recibe la ayuda. A pesar de que todavía pueda haber terapeutas que en su práctica pretendan evitar el contacto emocional convirtiéndose en observadores neutrales, las nuevas corrientes han ido valorando positivamente la expresión de afecto y compasión por parte del terapeuta.


Desde este libro en el que hablan de la Resonancia Límbica, los autores argumentan que la sanación requiere de un terapeuta que sea afectuoso, empático y esté profundamente sintonizado. Llegando incluso a decir que las técnicas usadas por diferentes enfoques psicológicos para efectuar cambio,  no son tan importantes como la capacidad del terapeuta para crear una conexión límbica. Algo que confirma desde una posición más científica la visión intuitiva que desarrolló Ron Kurtz(Hakomi) con respecto a  la Presencia Amorosa.


Los/as clientes están deseosos de explicaciones neocorticales, creen que si comprendieran por qué, dejarían de tener comportamientos que le llevan al sufrimiento. Pero para que la transformación suceda necesitan parar la mente pensante y empezar a escuchar a su experiencia interior. El terapeuta a través de Resonar Límbicamente con la vivencia del dolor y acompañar al cliente en su viaje a las raíces de su sufrimiento, facilita que se dé la comprensión (insight), la cual no proviene de las explicaciones de alguien externo y una vez liberado el dolor emocional que le/la tenía encarcelado/a en ese sufrimiento, pueda soltar esos comportamientos que le producen desdicha y crear nuevas formas de relacionarse consigo mismo y con el mundo.


La tendencia social que tenemos a negar las emociones que nos generan malestar dificulta su transformación, convirtiéndose éstas en energías reprimidas que a su vez dificultan la experiencia de las emociones agradables. Tenemos que asumir que el hecho de estar vivos implica estar sujetos a la polaridad de placer-dolor. Que la aceptación de la parte adversa de la vida, nos va a posibilitar estar abiertos a la aventura de una existencia plena, donde las emociones coloreen con intensidad nuestro mundo sensorial.


Como la mayor parte de los mamíferos venimos a este mundo con un gran nivel de dependencia de nuestros cuidadores y esa necesidad de conectar y estar conectados permanece a través de nuestras vidas. Es a través del cerebro límbico que podemos tener una conexión profunda con otro ser humano. Es el amor el puente que nos comunica de manera genuina con nuestros semejantes, nutriéndonos y acompañándonos en el dolor. Su carencia tiene efectos devastadores en la infancia y serias consecuencias durante el resto de la vida.


Así que si queremos que no nos falte y que este mundo sea un espacio más amable, donde el amor sea el principal vehículo de las interacciones humanas, tenemos que procurar que nuestros actos estén impregnados de su energía, ya que con nuestras acciones creamos las condiciones de nuestro porvenir.





[1] A General Theory of Love” de Lewis, Amini y Lannon. Editorial Vintage Books

miércoles, 7 de agosto de 2013

Taller Niño/a Interior-Pamplona

SANANDO A NUESTR@ NIÑ@ INTERIOR


Quizá no te has dado cuenta que dentro de ti existe un niño o niña, no importa la edad que tengas en este momento, ya que en lo profundo de ti, sigue habitando el/la niño/a que fuiste, con una estructura psicológica que determina tu vida adulta: las experiencias que estás viviendo o que no te estás atreviendo a vivir, tus estados de ánimo, creencias acerca de ti y del mundo, conductas reactivas, tu manera de relacionarte…

Las primeras relaciones que experimentamos en nuestra vida fueron con nuestra familia de origen. Nuestros padres lejos de ser  seres perfectos se vivían de una manera  limitada, cortapisas que nos han sido trasmitidas y que en algunos casos nos han causado heridas que condicionan negativamente la forma de vivirnos con nosotr@s mism@s y con los demás.

En este taller te ofrecemos un espacio de amor y aceptación donde poder explorar y sanar esas heridas que se crearon en esa primera relación, para evitar así que sigan contaminando tus vivencias actuales y puedas vivir más de acorde con el inmenso potencial que tu niñ@ albergaba.

OBJETIVOS

Sanar heridas de la infancia y liberarnos
de sus consiguientes bloqueos energéticos.

Soltar hábitos y creencias
que nos hacen sufrir innecesariamente.

Crear formas más sanas de relacionarnos
con nosotr@s mism@s y con el mundo.
   
Despertar a nuestro niñ@ genuin@, vital,
creativ@, divertid@, esponáne@,
curios@, entusiasta.


METODOLOGIA
Nuestro método es experiencial, basado en experimentos que se realizan en Conciencia Plena (Mindfulness), dentro del enfoque psicoterapéutico Hakomi en el que el cuerpo está integrado. El objetivo de este método es ayudarte a descubrir y transformar esos hábitos y creencias que afectan negativamente tus estados de ánimo y relaciones con los demás. Desde una posición cálida, comprensiva, sin juicios y mostrando un profundo respeto por tu proceso, intentaremos propiciar un espacio seguro que pueda facilitar el desplegar de la experiencia que necesitas para sanar.
Para más información hacer clicksobre el/la “Niñ@ interior”

FACILITADORES
Aitor Barrenetxea. Psicoterapeuta Hakomi. Formación en Tratamiento del Trauma, Psicoterapia Sensorimotor Sesiones individuales, de pareja y de grupo. Facilitador de procesos de muerte y duelo. 
Montse Martínez Oroz. Licenciada en Psicología Clínica. Formación en Tratamiento del Trauma, Psicoterapia Sensorimotor. Terapeuta Gestáltica. Facilitadora de procesos de muerte y duelo.

FECHA
Sábado 28 de septiembre (de 16.30 a 20.30 h) y Domingo 29 de septiembre de 2013  (de 10 a 14 y de 15:30 a 19:30 h.) Precio: 120 €
Número máximo de personas: 11.
CONTACTO Y LUGAR DE IMPARTICIÓN 

Aitor Barrenetxea: 686 268 801    antor.9@hotmail.com

Montse Martínez Oroz: 649 925 682    monmar1961@hotmail.com

C/ Iñigo Arista, 24-1º C Pamplona