Mirada renovada

jueves, 14 de mayo de 2015

Ceremonia de la Cremación



Recientemente he asistido a dos ceremonias en el crematorio de Pamplona, que me han llevado a reflexionar con respecto al ritual o rituales del final de la vida.

Todas las culturas celebran ritos a este momento de la existencia. Estas ceremonias no suponen sólo un homenaje al difunto, sino que también son un testimonio de apoyo de la comunidad que asiste al acto, a quienes han perdido a un ser querido muy significativo.

En concreto, estas dos experiencias tenían una similitud que las caracterizaba, ya que quienes habían dejado de existir, habían anticipado su voluntad de que no querían el tradicional acto religioso.

Es verdad que hasta no hace mucho, salvo raras excepciones,  la forma de despedir a alguien que había fallecido era a través de un funeral.

He sido testigo de situaciones en las que quien dejaba el cuerpo había decidido que no quería acto religioso en su memoria, dejando a sus seres queridos desconcertados y desprovistos de ese espacio donde la comunidad les apoya, en esa difícil tarea de decir adiós.

Pero el hecho de que alguien no quiera una ceremonia religiosa en su despedida, no quita para que se pueda llevar a cabo un rito de homenaje en su nombre. Para ello necesitamos cierta anticipación para organizar una ceremonia civil, que a diferencia del funeral no está definido y que su formulación sea la expresión creativa de quienes han sido afectados por la pérdida.

Las dos ceremonias que he mencionado anteriormente fueron una muestra espléndida de creatividad y de participación. Instrumentos y coros que emitían sentidas piezas musicales, escritos y poemas que ponían voz al dolor por la pérdida y también al legado de quien había partido, todo ello desde la genuina expresión del corazón de quienes se atrevieron a compartir. Al final del acto fueron muchas las personas que decían: “yo quiero también algo así en mi despedida”

A diferencia del entierro civil que está sujeto a las inclemencias del tiempo, en Pamplona disponemos de un espacio favorable para realizar eventos de este tipo, este lugar es el Crematorio. Un lugar cubierto, climatizado, con megafonía, que facilita que un número considerable de personas podamos compartir el último adiós.

Este espacio tiene el inconveniente de que está en funcionamiento exclusivamente por las mañanas, ya que está diseñado, por la mañana la incineración y por la tarde el funeral. Sucede que  durante los días de labor para algunas personas es difícil ausentarse del trabajo. Sin embargo tiene la ventaja que durante los fines de semana se puede realizar una ceremonia.

Hay quienes prefieren poner en el acto de esparcir las cenizas el peso de la despedida, o simplemente en un acto en Memoria del fallecido. Tiene la ventaja con respecto a las anteriores, que se puede buscar una fecha en la que los seres más allegados no estén sujetos al cansancio o al alto estrés emocional que la inmediatez a la muerte puede generar, pudiendo de esta manera planificar con tiempo el tipo de ceremonia que se considera más adecuada.

Nos encontramos en un momento  en el que lo antiguo no nos sirve,  necesitamos crear algo que de alguna manera ya se está llevando a cabo y que requiere de nuestra implicación. Para ello es importante que tomemos conciencia de que el contenido de cada ceremonia está en nuestras manos, que las personas afectadas por la pérdida tenemos la oportunidad de contribuir poniendo un  broche de despedida, en ese momento en el que la comunidad nos reunimos para decir el último adiós a nuestro ser querido.

2 comentarios:

  1. Importante y necesaria reflexión Aitor que comparto totalmente contigo.
    No hace mucho me comentaba una persona, con dolor, su insatisfacción por la despedida que le habían hecho a su abuela. Una abuela que no acudía nunca a la iglesia, porque no creía en ella y que cuestionaba muchos de sus planteamientos. Sin embargo, al fallecer, y quizá porque, como comentas, el dolor te inhibe la capacidad de pensar en lo qué quieres y lo qué no, porque el camino está tan hecho, que no hay apenas nada que pensar, nada que hacer, porque no nos atrevemos a romper con tantos años de tradición, o porque no sabemos si quiera que contamos con un lugar como el crematorio, con otra posibilidad... la realidad es que mucha gente acaba haciendo una despedida con la que no se queda del todo tranquila, con la que siente que le difunto, la difunta no estaría demasiado contenta.
    Esta persona que me contaba esto, la nieta, joven y atrevida, fue capaz de decir en la misma iglesia que a su abuela no le debía de estar gustando nada eso que estaban haciendo, desde su frescura, fue capaz de decirle al cura que a su abuela no le gustaban los curas; puso voz a la incoherencia con la que a veces vivimos estos rituales, por cierto tan importantes para hacer una adecuada elaboración del duelo. Se ganó el aplauso de algunos y la critica de otros, porque quien realizó la ceremonia no merecía pasar por eso, ya que solo hacía su trabajo. Lo importante de lo ocurrido fue que la familia tuvo que reflexionar, aunque tarde, que no habían hecho lo que, de haber tenido tiempo ( fue una muerte imprevista) , o de haberlo comentado antes, les habría gustado, sobre todo pensando en su ser querido. Les quedó un dolor añadido que podía haber sido evitado.
    Por eso, te agradezco la reflexión! Creo que es importante que vayamos hablando de este tema, que sepamos que existe otra forma de despedir a nuestros seres queridos, si es que la tradicional no nos convence, pero claro! para hablar de esto, hay que hablar irremediablemente de la muerte, y eso, todavía hoy sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad.

    Ojalá poco a poco, con la ayuda de foros como este vayamos deshaciendo este tabú.

    Eskerrik asko Aitor por ello!!! Montse

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    1. Me gusta Montse tu sintonía con la necesidad de dar una respuesta a una situación en la que para muchos de nosotros/as la ceremonia tradicional no nos sirve. Para ello necesitamos dejar la pasividad a la que estamos acostumbrados y desarrollar formas de despedida coherentes con nuestra manera de entender la vida y la muerte.

      Un abrazo/Aitor

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